Desde sus inicios en el mundo del arte Julia Dorado ya marcaba diferencias en un campo dominado en su mayoría por hombres, más aun en el caso aragonés, junto a otras artistas quizás menos valoradas como Maite Ubide o María Pilar Burgues, algo que se traduciría en un primer momento en un desconocimiento general de su obra por parte del público aragonés.
Si bien el contexto del que partía la obra de Julia Dorado no era favorable, la propia evolución de su estilo, tanto en pintura, grabado como dibujo, y sobre todo por la creación de un imaginario propio marcadamente influido por la abstracción, el informalismo y las corrientes experimentales serían elementos claves para el éxito de su obra. La influencia de estas corrientes que predominaron en las artes plásticas durante la década de 1960 en adelante llevarían a Julia Dorado a configurar un estilo propio y muy personal que haría su primer «debut» tras su integración en el denominado grupo Zaragoza, claro heredero de las propuestas del grupo Pórtico entre 1963 y 1967.
Nacida en Zaragoza en 1941, titulada como profesora de dibujo en 1961 y más tardíamente licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona en 1988, aunque han sido muchas las exposiciones que se han realizado sobre la obra de Julia Dorado a lo largo de los últimos años, a diferencia de estas, la mayoría retrospectivas de su obra plástica como aquella realizada en el Palacio de Sástago en 2011 bajo el título ‘Retrospectiva 1962-2011’, la muestra que actualmente acoge el IAACC Pablo Serrano titulada ‘Entre ver y mirar’ y que podrá visitarse entre el 14 de mayo y el 31 de diciembre de 2015 reúne las últimas obras de la mencionada artista realizadas desde 2012 hasta 2015, las cuales más allá de presentarse como la continuidad de su obra plástica desde un punto de vista cronológico, en esta ocasión han sido las formas, la iconografía característica de su imaginario y otros elementos de su estilo aquellos que se han definido como principales puntos para configurar la muestra.
Sus obras podrían definirse como verdaderas plasmaciones de emoción, algo que consigue mediante manchas de color, juegos cromáticos y una rigurosa abstracción que de manera muy concreta deja sutilmente a la vista del espectador figuras semejantes a puertas, ventanas y en general a vanos que podrían verse como la conexión entre la obra y la psyché del artista al más puro estilo Buñuel, o quizás a los límites entre creación y creatividad.
De un modo u otro este dilema, diríase iconográfico, se presenta al público a través de 31 obras inéditas del premio Aragón-Goya 2012 en las cuales no solo se hace palpable la evolución de la obra de Julia Dorado, sino también la gran herencia de su propio estilo, aunándose en estas obras las nuevas experimentaciones con los elementos que ya de por si definían su obra plástica.
Para más información:
http://www.iaacc.es/04_actualidad.php?idbs=967
http://www.iaacc.es/ckfinder/userfiles/files/2014/Julia%20Dorado%20Texto.pdf